Era una mañana soleada de primavera, cuando Julia estaba en el parque viendo como su hija de tan solo cuatro años estaba entretenida alimentando a los peces del estanque. Estaba en su semana 36 de embarazo. Pensativa en sus quehaceres, Julia había puesto la mano sobre su vientre y no sintió los habituales movimientos del bebé. Al principio no le dio mucha importancia, pero la ausencia de movimiento dentro de su vientre durante todo el día alarmó a Julia. Las peores sospechas fueron confirmadas por el medico: muerte fetal causada por la enfermedad hemolítica del recién nacido.
Al igual que Julia, se preguntarán en que consiste esta dolencia. La respuesta a esta pregunta está escondida en la composición sanguínea de cada individuo. En los seres humanos existen cuatro grupos sanguíneos (A, B, AB y O) que se clasifican en base a la presencia o ausencia de antígenos que recubren a los glóbulos rojos. Estas proteínas actúan como los paraguas de diferentes y llamativos colores empleados muy a menudo por los guías turísticos para ser reconocidos por parte de su grupo. De la misma manera, estos antígenos facilitan su reconocimiento por parte de los anticuerpos, que cumplen un rol fundamental en nuestro cuerpo neutralizando sustancias extrañas. Por ello, las personas con sangre de tipo A presentan en la superficie de los glóbulos rojos antígenos de tipo A, mientras que la sangre del tipo B contienen antígeno tipo B. En el caso de los individuos que contienen ambos antígenos estos dan origen al grupo sanguíneo de tipo AB. Por último, el grupo sanguíneo de tipo O se debe a la ausencia de antígenos. En algún momento de nuestras vidas hemos visto que nuestro grupo sanguíneo está acompañado de un «+» o «-». Esto se debe a la presencia de un antígeno adicional conocido como factor Rhesus de tipo D (Rh(D)), descubierto en 1940 por Karl Landsteiner junto con Alexander Weiner en los monos Rhesus, dando así el nombre de esta proteína clave.
Durante el embarazo algunos glóbulos rojos del feto pueden atravesar la placenta y llegar hasta la sangre de la madre. Esto no supone un problema salvo que exista una incompatibilidad sanguínea en donde la madre es Rh(D)- y el bebé Rh(D)+. Esto genera que el sistema inmunitario de la madre considere que se encuentra ante una amenaza y, para defenderse, produzca anticuerpos anti-D que van a destruir los glóbulos rojos del feto, que son vistos como algo extraño. Las consecuencias son catastróficas, ya que puede causar daño cerebral en el bebe o, en el peor de los casos, la muerte del feto, como en el caso de Julia. En otras palabras, esta cascada de eventos desastrosos no se originaría siendo ambos, la madre y el feto, del mismo Rh(D). Tampoco si el bebe fuera Rh(D)-, ya que al no presentar el antígeno pasaría desapercibido para los policías del sistema inmunitario de la madre.
La propuesta en la cual nadie creyó
En la actualidad las complicaciones asociadas a la enfermedad hemolítica del recién nacido son prevenibles, pero en los años 60 del siglo pasado era un problema persistente sin cura, llevándose la vida de millones de niños por todo el mundo. En esa misma época, el doctor John Gorman y sus colegas, que estaban estudiando esta enfermedad en Nueva York, propusieron un tratamiento que fue considerado por muchos como algo descabellado, y por esa misma razón, diferentes fuentes de financiación no quisieron apoyar el estudio. El planteamiento en sí era una paradoja, porque se quería salvar al feto con el mismo anticuerpo que atacaba a sus glóbulos rojos: inyectarían a la madre Rh(D)- una baja dosis de anticuerpos anti-D para evitar los daños en el bebe. Esto haría que los anticuerpos inoculados eliminaran los glóbulos rojos del feto Rh(D)+ que habían atravesado la placenta, evitando así activar la señal de alarma en el sistema inmunológico de la madre. La primera mujer Rh(D)- embarazada en recibir una inyección con anti-D fue la cuñada de doctor Gorman, Kath Gorman, en 1964. La prueba fue un éxito, ya que el el bebe nació sano. Gracias a esta implementación, Kath pudo tener siete hijos en total.
El planteamiento en sí era una paradoja, porque se quería salvar al feto con el mismo anticuerpo que atacaba a sus glóbulos rojos: inyectarían a la madre Rh(D)- una baja dosis de anticuerpos anti-D para evitar los daños en el bebé.
El hombre del brazo de oro
En los años 50 del siglo XX, un adolescente australiano, James Harrison, de 14 años sufrió un accidente en el cual perdió un pulmón y para poder sobrevivir necesito trece litros de sangre. Consiente de que su vida fue salvada gracias a las donaciones de sangre realizadas por muchas personas, Harrison lo tenía muy claro: al cumplir los dieciocho años iba a devolver el favor. Lo que no sabía en ese momento es que tenía un «superpoder» gracias al cual se iba a salvar la vida de más de dos millones de bebés.
James había realizado durante su vida casi mil doscientas donaciones, lo que equivale a una donación cada tres semanas.
Las pruebas realizadas a James revelaron que su sangre contenía grandes cantidades de anti-D, lo que permitió aislar el anticuerpo y desarrollar una vacuna anti-D. Se cree que durante la trasfusión sanguínea que le salvó la vida, recibió una pequeña cantidad de sangre de un Rh(D)+ y su sistema inmunitario respondió con la producción de este anticuerpo para combatir a este agente extraño. En 2018 Harrison cumplió ochenta y un años, superando la edad legal para poder donar sangre en Australia. Había realizado durante su vida casi mil doscientas donaciones, lo que equivale a una donación cada tres semanas. Hoy en día en Australia existen unos ciento sesenta donantes cuya sangre contiene el valioso anticuerpo anti-D.
Esta historia demuestra cómo la compasión y la ciencia se unen por un bien común: ayudar sin esperar nada a cambio. Personas anónimas habían salvado la vida de Harrison y él donaba sangre para devolver el favor. Después de conocer lo valiosa que era su sangre no desistió en ningún momento. Personas como Harrison son el verdadero ejemplo de «superhéroes sin capa» cuya misión es salvar el mayor número de vidas posibles. Todos nosotros con una simple donación podemos ayudar a salvar a tres personas. Qué, ¿te animas?
Referencias.
—Yoham AL, Casadesus D. 2023. Rho(D) Immune Globulin. StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK557884/ —Australian Red Cross Lifeblood: https://transfusion.com.au/bsib_july2017_2
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