¿Cómo se te ha quedado el anticuerpo?

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El ADN, ese manual de instrucciones que está en cada una de tus células, eso que te define. ¿Eso que te define?

TEXTO POR AGUSTÍN RODRÍGUEZ
ILUSTRADO POR JAIME GONZÁLEZ
ARTÍCULOS
ANTICUERPOS | SISTEMA INMUNITARIO
8 de Mayo de 2023

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Imaginemos algún caso en el que el ADN con el que nacemos diera igual.

¿Te imaginas poder modificar tu propio ADN? ¿Podría ser una forma de ganar nuevas habilidades?

Vamos a quedarnos con la intriga un rato, porque para poder resolver estas cuestiones necesitamos entender un poco qué es el ADN. 

El ADN de cada persona es único y se encuentra en todas las células (excepto en los glóbulos rojos y las plaquetas). Tiene un código propio de solo cuatro letras: A, T, G y C, que se organiza en palabras de tres caracteres (ATG, CGT, etc.) y muchas de estas palabras conforman un gen; que es la estructura biológica que define las instrucciones para armar una proteína. 

Las proteínas tienen funciones bien específicas y diversas: algunas transportan nutrientes de un lado para el otro, como la hemoglobina que lleva el oxígeno desde los pulmones a cada una de nuestras células; otras tienen la habilidad de estirarse y contraerse permitiendo movernos; otras se encargan de destruir los alimentos para que puedan repartirse por el cuerpo y podríamos seguir nombrando funciones de las proteínas.

Así que, volviendo al principio, ¿te imaginas poder modificar tu propio ADN? Eso nos permitiría modificar nuestras proteínas para que trabajen mejor o incluso diferente. El caso es que ya lo hacemos. Esto sucede constantemente en el cuerpo de cada persona que lea este artículo… y de las pocas que no lo hagan también, así como en todos los animales vertebrados (animales con vértebras como nosotros, los peces, los cocodrilos y muchos más).

Lo que tenemos en común los vertebrados, que nos hace compartir este superpoder de modificar nuestro ADN (en cierto contexto), es el sistema inmunitario adaptativo, del que puedes saber más en este otro artículo de Principia.

Pero el sistema inmunológico no es el foco del texto de hoy, aunque sí los linfocitos, una de las tantas células que participan en él.

Una de las funciones fundamentales de un linfocito es reconocer una característica específica de un patógeno —organismo que genera enfermedades— particular, como si fuera alguna de sus huellas digitales o la forma de su oreja. Para mantenernos sanos, necesitamos una forma de reconocer a estos patógenos para atacarlos, pero no podemos equivocarnos, porque de ser así podríamos atacar a nuestras propias células sanas.

Tal vez has visto alguna vez que cuando se habla de las defensas, se muestran imágenes que se parecen a una Y. Esto es lo que se llaman anticuerpos, y los producen los linfocitos. Hay muchos distintos y, entre todos, reconocen infinidad de patógenos, siendo cada anticuerpo específico de una característica de un patógeno. Son proteínas, justamente lo que se puede construir con la información de nuestro ADN.

Hay un sin fin de posibles patógenos que pueden atacarnos y, como si esto fuera poco, van mutando, desapareciendo y apareciendo nuevos, con nuevas características. Para reconocer a tanto bicho necesitaríamos un sinfín de anticuerpos y se sabe desde hace muchísimo tiempo que nuestros glóbulos blancos pueden reconocer cualquier patógeno a través de proteínas, las cuales solo pueden estar presentes en nuestro cuerpo si la información para armarlas está en nuestro ADN.

Dicho esto, solo me vienen más preguntas: ¿es nuestro ADN suficientemente grande para poder contener la información de tantos anticuerpos? Esta es fácil de responder: es imposible que en nuestro ADN haya información para generar anticuerpos que reconozcan cualquier patógeno que pueda existir, lo cual parece una paradoja, pues tenemos anticuerpos para reconocer casi cualquier cosa, pero no tenemos la información que permite fabricar los anticuerpos que reconocen casi cualquier cosa. Y es que existen más características distintas entre los patógenos que genes en nuestro ADN.

Entonces, ¿cómo es esto posible? Aquí entra el superpoder de los linfocitos: la recombinación. Estas células pueden redistribuir (recombinar) los genes de su ADN en algunas zonas específicas. Al recombinar, cada linfocito selecciona algunos segmentos particulares de ADN y los combina para generar información nueva, como si tomáramos fragmentos de oraciones de un párrafo y las juntáramos de tal manera que se generara un párrafo nuevo con una lectura distinta y coherente.

Recombinar bloques es una buena estrategia, ya que permite formar muchos párrafos distintos, es decir, muchos genes. Pero esta táctica es insuficiente, así que cuando los pega se equivoca a propósito. Que se equivoque significa que cuando pega los fragmentos cambia algunas letras, una palabrita por acá, otra por allá; esto permite tener todavía más variedad. Así crean anticuerpos nuevos que, tal vez y solo tal vez, reconozcan algo que pretenda hacernos enfermar.

Cuando el linfocito realiza la recombinación, su ADN queda cambiado para siempre, lo que significa que va producir un único anticuerpo. Si el nuevo anticuerpo reconoce una característica de un posible patógeno, se activará y podrá multiplicarse para así defendernos por mucho mucho tiempo. Si no se activan porque no reconocen nada, o peor, si en la modificación del ADN surgiera algún problema, como que reconozca algo sano de nuestro propio organismo o que el gen que se formó no signifique nada, el linfocito se autodestruirá.

Muchas veces sale mal y muchos de los linfocitos naufragan antes de siquiera salir a enfrentarse al mundo, pero millones de ellos logran modificar su ADN de forma de tener un nuevo anticuerpo con el que defendernos, con el que hacer la diferencia. Se arriesgan, juegan con su propio ADN en busca de algo nuevo y, en todos los casos, se vuelven únicos entre millones de linfocitos.

Con este ejemplo, ¿podemos decir que el ADN nos define absolutamente? ¿Qué significa que algo nos defina? ¿Habrá otros sucesos donde la información del ADN no se use tal cual está?

Son preguntas difíciles de contestar, cuya respuesta no está totalmente en la ciencia. Así que ¿tú qué piensas? ¿Nos define nuestro ADN?

 

Bibliografía

Sompayrac, L. (2012). LECTURE 3 B Cells and Antibodies. How the immune system works. 4th edn.

Murphy, K. et al. (2009) «Generación de receptores de antígenos de los linfocitos». Inmunobiología de Janeway, séptima edición. México D.F: McGraw-Hill Interamericana.

 

 

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